Primer año de Rugeles & Asociados en Bogotá
- Pedro F. Rugeles

- 3 feb 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 15 feb 2023

Cuando la firma abrió sus puertas en Bogotá, en enero de 2021, no era poca la incertidumbre frente a la acogida que tendríamos y, en general, frente a lo positiva que sería la experiencia dado lo complejo que podría tornarse este reto, inmenso para nosotros teniendo en cuenta que, al mismo tiempo, nuestra oficina principal de Bucaramanga debía mantenerse en el mismo nivel de los últimos siete años, sin que nuestros queridos clientes sintieran que sus asuntos habían pasado a un menor plano; cosa que, por supuesto, nunca se contempló, ya que mi afecto por Santander es igual de grande que el deseo de trabajar, desde nuestros aportes en el campo jurídico, al progreso de las personas, empresas e industrias de la región.
Sin embargo, aprovechando el cambio de paradigmas que se produjo con la llegada de la virtualidad, lo anterior no me impidió querer salir de la llamada “zona de confort” para conquistar otros territorios que conllevaran nuevos propósitos y mayores dificultades que a su vez fomentarían nuestro aprendizaje en el terreno legal, beneficiándose con esto, también, nuestros clientes de Bucaramanga. Pues si bien es admirable la cultura jurídica de Santander, también es innegable que el centralismo colombiano ha convertido a Bogotá en el centro de todos los grandes negocios, de toda la gran industria, de toda la gran cultura y, por ende, de todos los grandes litigios. Y es esto justamente lo que he vivido con gran emoción: la enorme cantidad de cosas que se despliegan en un horizonte indescifrable en cuyo marco se abre un espacio para depositar el sello de nuestra firma, que no es otro que el de la ética profesional, concepto que envuelve para nosotros, también, el deber de estudiar los casos con seriedad y suficiente juicio, al punto de que no administremos un asunto en el que no sintamos que somos aptos para hacerlo, pues primero que el negocio está, para nosotros, el interés del cliente. Somos conscientes de que el apoyo que un abogado ofrece no sólo es jurídico, sino personal, en tanto que el abogado ejerce un papel que combina las virtudes del psicólogo y del confesor, es decir, que se fundamenta profundamente en la confianza y en la lealtad.
Es importante aclarar que, en todo caso, Bogotá no era una plaza que me fuera ajena en lo absoluto. A fin de cuentas, en sus universidades me formé primero como abogado, después como penalista, enseguida como civilista y finalmente como magíster en el derecho de responsabilidad. En esta ciudad había dejado grandes amigos y personas que me han ayudado a dar a conocer la firma con sus votos de confianza; y aquí me inicié como apasionado litigante de causas ajenas, es decir, aquí adquirí las primeras experiencias con clientes, con jueces, fiscales y funcionarios, siendo esto lo que hace 8 años me permitió lanzarme a la independencia en Bucaramanga para empezar mi carrera en la construcción de un despacho de abogados serios, honestos y estudiosos, conscientes de su rol en la sociedad, de la dignidad de su profesión y de la belleza del derecho; abogados capaces de afrontar su rol desde diversas áreas, honrando más el conocimiento integral que el principio de la especialización, que, si bien contiene elementos valiosos, no es para mí suficiente pues, como individuos, somos mucho más que piezas de una máquina engranada; somos pensadores, amadores, soñadores y, a partir de ahí, creadores de una nueva realidad que pareciera estar determinada hoy solamente por el utilitarismo de las máquinas.
Como logro más importantes de este primer año puedo pensar en que logramos empezar a construir nuestro equipo con abogados preparados en la misma línea intelectual y en la misma moralidad profesional. Ello a partir de la consolidación de nuestra identidad como oficina de abogados comprometidos, desde un enfoque humano, con el derecho, que luchan paso a paso, día a día, con cada cliente, como si fuera el único, dejando nuestro sello en esa persona o en esa empresa que confió en nosotros y pudo dar en cuenta de que no todos los abogados son problemáticos, irresponsables, ventajosos o excesivamente costosos; de que los hay honestos, estudiosos y comprometidos con el caso de la forma mas leal y honesta posible, que es aquella que permite un respeto sagrado hacia la confianza como motor de un alto sentido de la responsabilidad, que cubre todo el marco de la administración de negocios y asuntos ajenos, tarea en la que somos expertos.
Así mismo, Bogotá me permitió, en el plano personal, por un lado, iniciar mi carrera como docente universitario en mi alma máter, la Universidad Javeriana, como profesor de derecho procesal constitucional en séptimo y octavo semestre de derecho, y por el otro, vincularme como consultor al valioso e interesante proyecto de investigación que está adelantando la Defensoría del Pueblo junto con la Oficina del Alto Comisionado para la Organización de Naciones Unidas en Derechos Humanos, cuyo objeto es analizar la investigación y juzgamiento de las amenazas y homicidios contra defensores de derechos humanos y lideres sociales, con el objetivo de rendir un informe al Alto Gobierno de Colombia con cuyas conclusiones pueda entrar a pararse, desde la justicia, este genocidio lamentable.
Dicho lo anterior, no me queda más que desearles a todos nuestros clientes antiguos, actuales y por venir, un próspero año 2023 lleno de éxitos, logros y retos por cumplir, así como expresarles nuestro deseo de apoyarlos en todos sus asuntos, profesionales o empresariales, pues no hay nada que disfrutemos más que hacer parte de los proyectos en los que el resultado al final es satisfactorio, así muy fuerte haya sido la lucha.





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